Es gracias a la educación que le dieron las duras derrotas y las grandes decepciones. Porque eso de que Marcelo era una estrella, al principio solo lo sabía su abuelo. Ahora ya forma parte de la historia del fútbol, y el lector podrá decir que vio jugar al último lateral izquierdo sobre la faz de la tierra. Un lateral de los de antes, de los que ya no quedan. Un jugador pasional en la playa, en la plaza, o en el Bernabéu, el Camp Nou, Maracanã o San Siro. Víctor David López aborda también el lado menos conocido de Marcelo, ese que le llevó al principio a pasar por el fútbol sala, luego a dejar de ser niño en el Fluminense y más tarde a crecer en las categorías inferiores de la selección brasileña.