La emergencia del cuerpo como modo de pensamiento es simultánea al desfase al que se encuentran sometidas las instituciones. La educativa se ve inmersa en ello especialmente en un tiempo tan convulso en el que lo que se quiere decir, lo que se dice y lo que pasa tiene tantas discontinuidades. Las "marcas del cuerpo en educación" nos ayudan a seguir pensándonos y seguir haciéndonos algunas preguntas: ¿Cuál es el alcance del nuevo panhigienismo simbólico y material, especialmente no formal, que convierte al cuerpo en instrumento reproduciendo una nueva modalidad de dualismo? ¿Cuál es la repercusión de esto en la experiencia educativa?