Este libro tiene diecisiete años, siete ediciones, pero esta, al cambiar de editorial, pasa a ser la primera. Se han incorporado las reformas del código penal (LO 1/2015), y actualizado la jurisprudencia. No se puede exigir alegría y conformidad al preso. La privación de libertad es una trágica mutilación. Pero puede recordársele una y otra vez que mucho, casi todo, pese a todo, depende de él: que, por negro que sea, su horizonte puede despejarse; que sin él o contra él, de nada valen los esfuerzos ajenos; que merece la pena apostar por él si ello conlleva que él apueste por sí mismo; que en este lazo, en este compromiso con la sociedad, con funcionarios, con abogados, con jueces, cada triunfo y cada fracaso suyo se traducen de algún modo en triunfos y fracasos de toda la sociedad, comenzando por los más próximos, por sus compañeros presos; que la esperanza como confianza en un futuro más claro, no puede perderse nunca; que no está solo, que no está inerme, que no está olvidado, que tiene porvenir y vida.