El término Dramaturgia tiene ya carta de naturaleza en los estudios y en la práctica teatral contemporánea. Aunque a menudo se utiliza como sinónimo de adaptación de un texto para la representación, su sentido es más amplio, y engloba toda la serie de decisiones y trabajos previos a la puesta en escena. A esta práctica responde en gran medida este Manual. Sin embargo, la tradición europea ha tendido siempre a primar el texto como la base de todo arte dramático, lo que ha generado una riquísima literatura crítica acerca de cómo se escriben las obras teatrales, cuáles son los criterios por los que una obra se puede considerar digna de estimación, cuáles son sus elementos fundamentales, qué géneros engloba la poesía dramática, etc. Esta tradición de poéticas que han guiado la discusión sobre el arte dramático y han orientado a los escritores al componer sus obras para la escena no ha perdido su vigencia, por más que hoy en día no consideremos el texto como la única base del hecho teatral. Una parte importante del trabajo dramatúrgico sigue siendo la del análisis de los textos dramáticos, y en el Manual de Dramaturgia se le ha dado la debida importancia si bien los autores han procurado no quedarse en los estrechos límites de la poética clásica, que tan a menudo se ven repetidos en manuales y obras de divulgación, y han ampliado el campo de lo dramático a géneros tradicionalmente despreciados, como el teatro breve, la danza contemporánea, el teatro de objetos o el teatro musical, así como a las nuevas formas que se han introducido en la dramaturgia contemporánea y al teatro oriental, depositario de una riquísima tradición demasiadas veces olvidada en los estudios sobre teatro.