El tenis presenta una gran variabilidad, tanto en su dinámica durante el juego como en su posible preparación. Sin embargo, no se trata de una situación caótica con infinidad de formas iniciales, sino que presenta un inicio de cada unidad de juego en circunstancias conocidas, así como un número de situaciones que se repiten, y mediante su conocimiento se podrá actuar sobre el conjunto de finales posibles. La complejidad del juego está clara por haber una incertidumbre, pero esta no es total y, de hecho, las situaciones de desorden total no provocan procesos complejos (Gell Mann, 1995) que permitan producir inferencias.