Escribe José Luis Garci en el prólogo de «Los revólveres hablan de sus cosas» que Mingote penetró en el «Far West» hace muchas lunas, cuando el western era un género al día y escribir novelas de vaqueros no era un principio, ni un fin, sino un medio de completar el ciclo: escribir para comer y comer para escribir. Mingote, como Gary Cooper que está en los cielos, cabalga para dibujar y dibuja para cabalgar. Sostiene Garci que «estamos acostumbrados a ver en los dibujos de Antonio unos tratados de moral y lucidez envueltos en papel ABC. Bueno, pues la novela también es la obra de alguien que mira lo que pasa a su alrededor con la comprensión de un niño con alma antigua