«Cuando conocí a Karla Ontiveros no la conocí, a día de hoy apenas la descubro. Si uno se sumerge en los paisajes del alma tendrá mucho que recorrer para coincidir con ella, pero si así es, la experiencia seguro que vale la pena. De ella puedo deducir que se ha aliado a las artes marciales para nod esfallecer en el peregrinaje por la libertad, que ha ofrecido su cuerpo a la dramaturgia para liberar a su esclava y que se haacostumbrado a imprimir en la belleza muchos de sus alientos, y todo ello realizado a la par que de madre en una tarea sorprendente para estos tiempos. No creo que se pueda explicar el cómo de todo ello porque, como todo en ella, lleva un signo de originalidad. Si de ella se percibe un aroma, a más del rojo o blanco floral sobre negro, es el geográfico. Su México natal no se suelta de su tez, de su cabellera en ondas ni de su mirada zigzagueante y curiosa, lo que representa para nosotros, los mediterráneos, un espectáculo el vivirla tan viva, arrabalera con despecho y tan generosa.» IÑIGO CORREA