“Si todas las leyes que rigen el orden social fueran tan palmariamente racionales como las de la aritmética, quizás no sería necesario defender la tolerancia. Pero en el ámbito de lo social, no cabe honestidad sin admitir que toda fe en materia política precisa de un gran margen de duda. Apenas hay verdad otrora tenida por incuestionable que no haya sido superada por la experiencia. Y no hay convicción que hoy tengamos por cierta que, en el futuro, no acabe pareciendo pobre e inadecuada.”