Si Dios permitió que la Santísima Virgen sufriera tanto, es porque el dolor (el de Jesús, el de María, el nuestro) tiene un valor y un sentido. Por eso el pueblo fiel, con su intuición sobrenatural y tan especial para las cosas de Dios, siente tanta devoción por la Virgen Dolorosa y en la meditación y recuerdo de sus dolores encuentra ayuda y consuelo cuando el alma se halla en situaciones análogas a las suyas.