La cachucha, la guaracha, el olé, las seguidillas manchegas o el jaleo de Jerez son unos cuantos nombres de bailes que contribuyeron a la creación del espectáculo de bailes españoles en las escenas internacionales a lo largo del siglo XIX. A ellos de una forma inseparable se anudan los nombres de Manuela Perea La Nena, Félix García, Mariano Camprubí, Dolores Serral, Petra Cámara, María Mecandotti, Antonio Ruiz... y tantos otros que hicieron posible que la singularidad de sus pasos se convirtiera en parte natural del espectáculo coreográfico europeo, perviviendo por encima de las modas escénicas que se precipitaban con sus nuevos públicos. Los bailes irían transformándose, incorporando nuevos pasos, sumando otros nombres con el devenir del tiempo, constituyendo entre todos la historia de la danza española. // En la segunda mitad del siglo, la identificación de estas músicas y sus pasos con la imagen de Andalucía, la gitanería y el flamenco se sumaría como componente, en una creación conjunta de complejos y variados elementos. Las modas parisinas, las inquietudes culturales y lúdicas de las clases acomodadas británicas, las condiciones de las empresas teatrales europeas, la proyección de la prensa, y la coyuntura empresarial y artística nacional se mezclan en la consolidación de su éxito. Por otra parte, en España continuaría otra historia de sus propios bailes, creándose nuevos pasos, e incorporando la influencia de los bailes de sociedad provenientes de los salones parisinos. // De este proceso de desarrollo e influencias bidireccionales trata este estudio. En él se desgranan las circunstancias que se desplegaron para hacer de España y sus bailes un espectáculo en el mundo, y cómo estos mismos pasos, creados por maestros y bailarines de origen humilde, se convirtieron, a su vez en una moda más de las élites nacionales. En definitiva, incorporándose a la herencia cultural que Europa va legando con el tiempo.