Pedro y Rosa eran dos abuelos que vivían en un pueblecito llamado Loiro. Allí pasaban los días en familia, conversando con sus nietos. Los abuelos pensaban que, mediante el amor, la desgracia y maldad podían transformarse en alegría y bondad. Este cuento es un homenaje a ellos y a todo lo que significan los abuelos; una manera de que sigan vivos y puedan transmitir su mensaje a sus nietos y bisnietos. Todos los abuelos deberían tener un lugar especial reservado en el mundo desde el cual su privilegiada visión de la realidad pudiese pasar a generaciones posteriores: si comprendiésemos mejor el pasado, podríamos construir mejor el futuro.