"Lo que no tiene precio", publicado en Francia en 2018, es un adoquín evocador de la rabia de 1968 que Annie Le Brun lanza contra los hombres y mujeres más poderosos del planeta, contra su cinismo, con el que se presentan, gracias a sus fundaciones o a sus donaciones, como los grandes bienhechores de la humanidad, cuando, a la vez, han declarado la guerra a la libertad y a la belleza del mundo. Por eso, Le Brun habla de un «afeamiento» generalizado que se extiende desde Occidente al resto de la tierra. Con centros comerciales gigantescos, fundaciones de «arte contemporáneo» sustituyendo a los museos tradicionales donde artistas como Jeff Koons, Anish Kapoor o Damien Hirst exponen las mismas obras en todas las capitales del mundo, tan monumentales como estereotipadas, y por ello, y sobre todo, feas. La fuerza de estas líneas es tal que solo puede quemar las manos de quienes no tienen la conciencia limpia y guiar a los demás por la vía de la belleza, del amor, de la poesía, de la singularidad, muros insalvables contra la barbarie imperante.