Con motivo del cuarto centenario de la edición de la segunda parte del Quijote, este autor trata de aportar el resultado de sus investigaciones sobre la obra cervantina, con el fin de desenmascarar los numerosos enigmas que rodean el conjunto de la obra, aquello que Cervantes no contó, pero que con más o menos intención refleja en su obra singular. Especialmente esta investigación abunda en el tan traído y llevado “Lugar de la Mancha” que Cervantes cita en dos de sus principales obras: en “El Quijote” y en “Los trabajos de Persiles y Segismunda”, refiriéndose de igual manera en ambos, como: “Un lugar de la Mancha de cuyo nombre no me quiero acordar”. Esta investigación se ha llevado a cabo, tomando como referencias principales los lugares que Cervantes refleja en el conjunto de su obra y en el devenir de la historia y de la geografía que marcaron las distintas dimensiones territoriales del antiguo y del actual Campo de Montiel. Para ello el autor ha tenido en cuenta especialmente el antiguo y conocido Campo de Montiel, al que alude Cervantes y los mapas y caminos genuinos de su época, contrastándolos con mapas satelitales actuales. Ha procurado evitar la utilización de itinerarios y mapas posteriores a Cervantes. Especialmente ha evitado argumentar su tesis en mapas realizados a mano alzada, para no desvirtuar la realidad. El autor hace una obra crítica y toma en consideración las opiniones de otros investigadores, antiguos y actuales, sobre ese “Lugar de la Mancha”, pero solo para emitir su opinión razonada y desenmascarar con sus argumentos la verosimilitud, o no de los mismos. Al final de la obra, argumenta desde diferentes puntos de vista: geográficos, históricos, y otros, sus conclusiones sobre ese “Lugar de la Mancha”, que Cervantes imaginó en la ficción para sus personajes, e incluso se atreve a sugerir las causas de ese –reiterado-olvido.