Se diagnostica en el 15-40% de los niños en los primeros tres meses de vida, independientemente del tipo de lactancia con la que sean alimentados. El llanto es la causa de gran ansiedad y preocupación en los padres y familiares más cercanos al recién nacido, a pesar de la angustia generada, se trata de un proceso benigno, que se resolverá de manera espontánea y que no deja ningún tipo de secuelas en el bebé