El error es una constante en la vida de cada uno, y desde demasiado pronto. A veces erramos de manera bienintencionada, otras con verdadera conciencia del mal elegido. Cristo vino a liberarnos del mal libremente cometido, a liberarnos a cada uno, y todas las veces que lo necesitásemos. Y además nuestro arrepentimiento y su acción nos van haciendo, poco a poco, hombres nuevos.Una buena tabla de gimnasia para el cristiano es la de perdonar y pedir perdón. Así pasamos la vida, así borramos el mal del mundo y de nosotros mismos, así generamos alegría y paz.