El principal objetivo de este libro es mostrar cómo la crítica de Strauss a la modernidad puede entenderse como un ataque «entre líneas» al Cristianismo y a su herencia y secularización que desembocan en la crisis de la filosofía política contemporánea y en el relativismo. Aun compartiendo la tesis straussiana de que la contraposición entre Atenas y Jerusalén se configura como «el secreto de la vitalidad de la civilización occidental» y según la cual sin un «derecho natural» no es posible elaborar criterios para valorar la acción humana y las instituciones políticas, el Autor no cree que toda la filosofía política contemporánea tenga un resultado positivista. De ahí la argumentada defensa del liberalismo de la Escuela Austriaca que, como Strauss, se ha contrapuesto a los enemigos de la filosofía política, el Cientismo y el Historicismo, que ha combatido el totalitarismo considerándolo el mal endémico de la política, pero que, al contrario que Strauss, piensa que la ciencia económica tiene mucho que enseñar sobre las características del ser humano que actúa en condiciones de escasez, sobre todo en la época contemporánea.