La Palabra de Dios, tal y como la encontramos en la Biblia, es el corazón y alma de la catequesis. Palabra y Escritura son como dos corrientes del Espíritu del Señor que se juntan en la Iglesia para llevarla por los caminos del Dios vivo, a través de la proclamación de la Palabra que hacen los catequistas. Los catequistas, cuando hablan a sus hermanos, saben que lo hacen con una autoridad que les viene no de ellos mismos, sino de la Palabra de Dios a la que sirven. Acercarse a la Sagrada Escritura ya es mucho. Pero aprender a leerla con ojos de discípulo es mucho más. Hay que dejarse guiar y educar por ella, para ser servidores fieles de la comunidad, a quien hay que entregarle la Palabra de Dios sin deformarla.