En sus diálogos, Platón presenta a los atenienses distintos visitantes, ora los conocidos intelectuales del siglo v que hablan a favor de la nueva idea de educación y cultura, ora otros visitantes anónimos que introducen doctrinas discordantes acerca del mundo natural, el conocimiento o la política. La propia forma dialogal invita a pensar y construir un nuevo horizonte espiritual a partir del contacto con culturas filosóficas y mundanas desarrolladas fuera de Atenas. El diálogo es así una forma de filosofar entre la discordancia de las doctrinas que se opone al discurso escrito monologal. Thomas A. Szlezák critica el paradigma romántico de exégesis platónica de Schleiermacher y asume la propia actitud negativa de Platón hacia la escritura y su predilección por la discusión oral, de acuerdo con sus manifestaciones en el «Fedro». Leer a Platón es así una visión nueva del viejo y familiar Platón, cuya pretensión es acercar al lector común a los complicados problemas de hermenéutica de los diálogos, hasta ahora coto privado de los especialistas.