La Biblia hebrea recoge el acervo cultural del Antiguo Oriente y lo convierte en un relato histórico vivido por un pueblo. Relato que la Biblia cristiana refunde en el crisol griego: traducción y comentario, preservándolo como la prehistoria del propio. La Biblia hebrea pasa así a convertirse, como cumplimiento y preámbulo, en el retablo variado de los prototipos de la humanidad occidental. Al sacar a luz esa corriente oculta ancestral de la que la Biblia hebrea se nutrió, para comentar luego el elenco de las creaciones modernas que se han nutrido a su vez de ella, es posible poner de manifiesto el proceso de mimesis o intertextualidad que recrea el continuum que constituye la cultura occidental.