Este libro trata el problema de las sombras y su incidencia en nuestra experiencia visual. Yuxtapone las nociones de sombras propias de la modernidad y las del siglo XVIII con la intención de sacar partido de la tensión que se establece entre ambas. No pretende hacer, y no lo hace, una definición de sombras, pero atiende tanto a su práctica por los pintores cuanto a su explicación por los teóricos, y pone de manifiesto que no es un concepto negativo, una mera ausencia de luz. Aunque carece de un territorio específico y permanente, no por ello es menos activa, no por ello deja de aportar conocimiento. Pensar cómo la sombra podría aportarnos conocimiento conlleva la tarea de determinar cómo y hasta qué punto lo hace.