La crisis financiera desatada en agosto de 2007 puso de manifiesto el alto grado de interdependencia alcanzado entre Estados Unidos y Europa. La crisis fue, desde un primer momento, un fenómeno transatlántico, antes de convertirse en global. Hoy, superada la peor fase del desastre financiero, en un momento en el que la nueva Administración americana muestra una actitud más abierta con sus socios y los países emergentes aumentan su peso en la economía mundial, la Presidencia española de 2010 tiene ante sí un reto importante: España tiene una oportunidad inmejorable para impulsar el trabajo conjunto entre la UE y EEUU y reforzar así el papel fundamental del Atlántico en la economía global