Después de un largo período en el que el desarrollo económico se equiparaba a la creación y el crecimiento de grandes empresas, hoy hay consenso en que éstas no son capaces de proveer nuevos puestos de trabajo con el dinamismo necesario para disminuir el desempleo. Las pequeñas y medianas empresas se han transformado así en el receptáculo de las esperanzas de una generación de empleos más dinámica y con mejores niveles de calidad.