Cuando leemos los escritos de san Agustín no tenemos la impresión de que sea un hombre muerto hace más o menos mil seiscientos años, sino que lo sentimos como un hombre de hoy, un amigo, un contemporáneo que nos habla que nos habla con su fe fresca y actual. Nos habla en sus escritos, vemos la actualidad permanente de su fe, de la fe que viene de Cristo, Hijo de Dios e Hijo del hombre. Podemos ver que esta fe no es de ayer, aunque haya sido predicada ayer, es siempre actual porque realmente Cristo es ayer, hoy y para siempre. El es el Camino, la Verdad y la Vida. De este modo, san Agustín nos anima a confiar en este Cristo siempre vivo y a encontrar así el camino de la vida".