La Biblia no es un libro de matemáticas, es un baúl de experiencias, de rostros, de historias donde encontramos lo necesario para entender algo más sobre nosotros mismos y sobre Dios. Pero la clave de lectura de la Biblia no está en una fórmula maestra. La clave es Jesucristo. Él ha venido a por los enfermos, y no a por los sanos. Esa es la paradójica matemática de Dios. Este libro nos ayuda a reconciliarnos con nosotros mismos a partir de nuestra condición humana y a redescubrir qué nos queda cuando lo hemos perdido todo.