Cervantes, de la mano de su hidalgo, sigue las huellas de la tradición clásica a través de las dos puertas homéricas de los sueños, la doble máscara dionisíaca y el profundo dualismo platónico. Las máscaras cambiantes, la variación de escenarios sentimentales –de lo romántico a lo jocoso, y de ahí de nuevo a lo terrible– pueden reconocerse en las diversas lecturas de la novela fundacional de la identidad moderna. En los sueños proféticos de Don Quijote, en sus discursos de retórica encantada, en la íntima intuición de que lo serio es igual a lo risible se va esbozando una mascarada literaria marcadamente clásica que transmite el conocimiento esencial de la alternancia de la vida. Una poética que ha trascendido géneros y convenciones en los hidalgos soñados, vividos o invocados por escritores de muy distintas épocas al hilo de las páginas de Cervantes.