El 14 de octubre de 1961 tuvo lugar el acto de inauguración de la Clínica Universidad de Navarra, y poco tiene que ver la imagen de aquella primera clínica con la actual. Aquel día se inauguró un pequeño edificio de dos plantas destinado a servicios clínicos, docentes y de investigación; y hoy se ha convertido en un complejo compuesto por cinco edificios, con 75.000 m2 dedicados a la medicina. Pero ¿cómo se ha llegado hasta aquí? Recorrer las distintas etapas del camino no es sencillo, y menos si se trata de un edifico con una gran complejidad programática y de funcionamiento, como es en el caso de los hospitales. Para gestionar todos estos cambios, y servir de guía, se plantea la figura documental del Plan Director. Este consiste en un documento que abarca las distintas visiones de las obras de reforma a realizar, organizando adecuadamente los cambios que se realizan dentro del entorno hospitalario. En él, se combinan el estudio arquitectónico, con un análisis territorial o externo que define el perfil de usuario del hospital; con un análisis interno, donde se define las necesidades materiales, técnicas y personales del propio hospital. Todo ello aporta las necesidades concretas a cubrir y mejorar, con un plan de reforma a seguir para que el viaje sea lo más cómodo posible. A lo largo de este viaje, la imagen del hospital varía, pudiendo ver como un pequeño proyecto hospitalario, como el caso de la Clínica Universidad de Navarra, crece y evoluciona con ayuda de la técnica y la tecnología, creando un álbum lleno de fotografías para el recuerdo.