Este libro imposible que deje frío a quien decida asomarse a sus páginas. Seguramente por una razón fundamental: lo que se cuenta en él, aunque parezca irreal, es verdad. Emilio Silva nos cuenta la historia de su abuelo, y de otros trece hombres asesinados una madrugada del 16 de octubre de 1936 por una partida de sanguinarios fanáticos falangistas en la localidad de Priaranza del Bierzo. No hubo acusación, ni juicio, ni posibilidad de despedida de los suyos. Sus cuerpos fueron enterrados en una fosa común, que sólo pudo abrirse 64 años después cuando la casualidad, primero, y el empeño, después, llevaron al nieto a exhumar los restos del abuelo. Santiago Macías rastrea España de esquina a esquina y en cada punto cardinal encuentra territorios sembrados de horror por los que pasean militares que ordenan matanzas para ocultar orgías sexuales, párrocos que clasifican a los enterrados en las fosas comunes según hayan confesado o no en el último momento, asesinos que arrojan a sus víctimas al mar atados de pies y manos.