En La hija del Ganges, Asha Miró relataba su experiencia como niña adoptada, su largo viaje desde el orfanato de Mumbai hasta Barcelona, donde encontró en Josep y Electa todo el cariño de unos padres adoptivos felices y entregados... Pero todavía quedaban algunos cabos sueltos que la joven quería atar. Así, Asha volvió el verano de 2003 a Mumbai, y de ahí se fue a Nasik y a otros muchos pueblos y aldeas, intentando encajar las distintas piezas de un puzzle íntimo hecho de caras nuevas y sentimientos hondos, de sonrisas y preguntas, de idiomas extraños y lágrimas de alegría, de manos que se unen en lazos de sangre. Lo que Asha encontró está ahora en su corazón y en las magníficas páginas de Las dos caras de la luna, un libro que nos enseña a buscar y esperar siempre lo mejor de la vida. «Pocos peros se pueden poner a una obra nacida para llegar al corazón.» El Magazine de OD