Para muchas personas, nombrar Sevilla o su provincia evoca una sucesión de imágenes en la que no faltan las estampas más típicas de sus fiestas, tradiciones o monumentos; pero si lo extrapolamos al paisaje, otros tantos, por no decir una amplia mayoría, vislumbrarán las cortijadas y amplias campiñas, infinitas en el horizonte, o el río Guadalquivir, la gran arteria fluvial que vertebra la geografía andaluza, el cual preserva, allá en los confines del territorio hispalense, unas preciosas marismas repletas de vida. Pero hay que decir que Sevilla, en el plano paisajístico, ofrece mucho más de lo que se podría esperar. Tanto por el norte como por el sur, los suaves perfiles del terreno se contraen, conformando un paisaje dominado por los extensos montes adehesados y un sinfín de pequeñas sierras salpicadas de pueblos blancos, donde se masca la esencia de la tradición y de lo auténtico. La provincia de Sevilla, que posee una extensión de 14.042 km2, se ubica en plena depresión bética, caracterizada por un clima bastante cálido, con unas precipitaciones que se acercan a los 600 litros anuales. La temperatura media provincial es de 18 ºC, aunque en verano el calor se hace notar. La geografía sevillana queda estructurada en las comarcas naturales de la Campiña, el Aljarafe, la Vega del Guadalquivir, las Marismas del Guadalquivir, la Sierra Norte y la Sierra Sur. Con la guía que tienes en tus manos, pretendemos darte a conocer lo mejor y más representativo de cada uno de los espacios naturales sevillanos amparados por las figuras protectoras de la administración andaluza. Algunos son muy afamados en nuestro país, pero otros son totalmente desconocidos y aguardan a que descubramos sus más íntimos secretos.