La inversión mediática en emociones es muy rentable. Y los ensayos del libro son una respuesta a las emociones que los discursos políticos y periodísticos provocan. Hablamos de emociones como diversión, curiosidad, indignación, desasosiego o compunción. Los capítulos analizan discursos que tienen un claro valor comunicativo sobre la imagen del político y la invención de la actualidad. En ellos aparecen un alcalde olímpico que deja el Ayuntamiento, un juez famoso que entra en política, forasteros fantásticos pero de segunda categoría, asesinos tan espectrales como alienígenas y niños desamparados por los que derramamos lágrimas de cocodrilo. Estos ejemplos muestran el axioma de que la realidad se construye con el discurso. Los medios de comunicación social forjan la visión del mundo con emociones. En ocasiones la ocultan con un muro de hechos ciertos que levanta una falsedad general. La costumbre hace que se tenga la noticia por el relato de la verdad misma. Así de natural parece el contrato comunicativo que se establece. Pero frente a la costumbre está el oficio de leer.