El retorno de Odiseo no solo implica que el misterio del bosque ya ha empezado a aclararse; que monstruos y gigantes han sido dominados y vencidos; que la bruja ya se ha desembrujado y se ha tomado la medida al elemento sin medida que es el mar; más fundamental incluso es el hecho de que la Odisea identifique su retorno con el proyecto de apertura interna de la casa, así como con la génesis de dos esferas secundarias o derivadas: la esfera de la representación «artística» y la esfera del «pensamiento», la «mente» o la «interioridad». La visión de la Odisea da vueltas en torno a la cuestión de en qué sentido todos los hallazgos, toda la frescura y la capacidad inventiva del personaje terriblemente sabio no solo son a la vez, e inseparablemente, crímenes y transgresiones; también son pérdidas irreparables y definitivas. Quizá la Odisea no tenga ese «final feliz» que se supone a veces; quizá el viaje o camino de Odiseo es en el fondo un viaje o camino sin retorno.