La vida dañada de Aníbal Núñez no es una biografía. La figura de uno de los poetas más significativos del último tercio del siglo XX español, sirve a su autor como introducción a toda una etapa histórica y de pensamiento gobernada por un signo negativo, por un aura de fracaso y derrota que, sin embargo, hoy se ve mitificada y dulcificada en alguno de sus agudos perfiles Fernando R. de la Flor teje una espiral interpretativa en torno al autor de Alzado de la Ruina que alcanza en su evolución todo un campo simbólico, social, esencialmente devastado, en medio del cual aquel esprit fort que fue Aníbal Núñez traza su compleja poética vital y termina conduciéndola hacia una suerte de exaltación dionisiaca y felicidad por encima de toda desdicha acontecida. A los 25 años de la muerte de aquel singular poeta (el 13 de marzo de 2012) La vida dañada reabre y revisita los espacios clausurados de aquella tan especial producción de presencia que ante su tiempo llevó a cabo Aníbal Núñez para extraer de ello algún mensaje valedero para el desustanciado presente. El propio autor, que vivió aquellos raros años 70 y 80 llega a un acuerdo tácito con la época: no marcarla como una etapa de desencanto y ello en tanto en cuanto esta pueda todavía revelarse ante nosotros y alcance a mostrar con poderío la natural crudeza en medio de la cual aquellos sujetos y acontecimientos se desenvolvieron.