Tras la sublevación militar de julio de 1936, los falangistas Mercedes Sanz Bachiller y Javier Martínez de Bedoya crearon el Auxilio Social, una delegación de Falange concebida para atender las necesidades básicas de la población más vulnerable durante la guerra civil, las mujeres y los niños. Tras la contienda, el Auxilio Social se convirtió en la principal institución del régimen de Franco dedicada a la beneficencia ??la sonrisa de Falange?-, pero también fue una pieza importante de su maquinaria de control social y de poder disciplinario. Nunca, antes, se había contado esta historia. La profesora Ángela Cenarro nos habla aquí de las miserias de una población hambrienta y enferma, de los miles de refugiados, ancianos, mujeres y niños que se convirtieron, sin quererlo, en receptores de una ayuda imprescindible pra la supervivencia material, pero también nos cuenta cómo los perdedores de la guerra civil tuvieron que someterse a las medidas de coerción aplicadas por los capellanes de la Iglesia católica: los bautismos forzados, los rezos y los castigos formaron, así, parte de la vida cotidiana de unos españoles obligados a someterse a la ?regeneración? política y moral del franquismo a cambio de ?pan blanco?. La sonrisa de Falange era, en realidad, una mueca cómplice.