La insignificancia resalta el relieve de cada cosa, humanos incluidos. Sombra que reluce, bella quizás, ilusionante, el horror mismo acaso, sobre ese fondo de nada. Un merece la pena que sabe no merecer nada ni hay nada que merecer, que hay existencia, no ganancia. Ese toque divino de la diosa del así, sin negocio posible y tan insignificante como tú, como yo, pasión que vuelve amable la vida, con sus circunstancias. Al pensamiento de lo sensible la filosofía lo ha llamado desde antiguo aesthetica. Este es un libro de estética.