«Una de las novelas sobre la guerra civil española más singulares y notables [...]. Al modo de las narraciones renacentistas, sus personajes, oficiales de caballería destinados en la que sería una de las últimas unidades de esa arma, llamada a desaparecer, hablan y actúan con espíritu aristocrático, y caballerosa y noblemente tratan al enemigo, que no aparecerá en estas páginas ni vituperado ni insultado (y debe de ser también la única novela sobre la guerra civil en la que no se habla ni una sola vez de Franco, Azaña o Pasionaria). Ha pasado, diríamos, el tiempo de la retórica y, por tanto, el de la propaganda. No hallaremos aquí tampoco ni la banalidad salvaje ni la cursilería frecuentes en la literatura de su bando. Todo sucede en no-lugares, remotos destinos alejados de los frentes prestigiosos en los que la muerte, no obstante, no es menos implacable. El tono: romántico, elegiaco, acorde a los paisajes fantasmagóricos, líricos, solitarios. Y el resultado: una novela notable por su misteriosa originalidad [...] un hombre que supo [...] que el supremo romanticismo es el de aquellos que hacen una guerra a sabiendas de que la perderán, incluso ganándola.» (Andrés Trapiello, Las armas y las letras) [] «García de Pruneda vivió nuestra guerra, a juzgar por esta novela, en gran parte testimonial, con un espíritu inequívocamente romántico [...]. Un suave tono elegíaco, en que el natural ingrediente de la melancolía se mezcla con los de un sagaz intelectualismo, entona el conjunto de la novela, de sostenido interés por el desfile de tipos y correlativa abundancia anecdótica. Crónica y reportaje se funden en novela cuyo protagonista es, realmente, la guerra en sus múltiples peripecias.» (Melchor Fernández Almagro, ABC, 2 de septiembre de 1962) Salvador García de Pruneda y Ledesma (Madrid, 1912-1996). Vivió su infancia y adolescencia en Ceuta y Guadalajara siguiendo los destinos militares de su padre. En 1928 se trasladó a Madrid para ingresar en la Facultad de Filosofía y Letras y Derecho. En 1933 marchó a Londres como profesor de español en la Mill Hill School. Tomó parte activa como combatiente en la guerra civil en el Escuadrón de Zapadores de la División de Caballería. Acabada la guerra, vuelve a la universidad, esta vez como profesor auxiliar de Derecho Internacional Privado. Empieza a preparar las oposiciones a la carrera diplomática en la que ingresa en 1943. Comienza entonces a viajar por muy distintos lugares del mundo, sirviendo en las embajadas de París, Oslo y Bonn. En 1959 es destinado al Ministerio de Asuntos Exteriores y pocos meses después, en 1960, fue nombrado cónsul general en Tetuán. Cinco años más tarde es nombrado embajador en Túnez y en 1968 lo será en Addis Abeba. En 1973, después de trece años, abandona el continente africano destinado a Budapest, donde en 1977 será nombrado embajador. Su último cometido profesional lo ejerció para la Unesco en París como miembro del Comité Ejecutivo. Con Ediciones Cid de Madrid publicó en 1962 la novela que hoy reeditamos, La soledad de Alcuneza, y en 1963, La encrucijada de Carabanchel, con la que obtuvo el Premio Nacional de Literatura Miguel de Cervantes. Esta novela tiene como marco los años de estudiante del autor antes de la guerra civil. En 1964 escribió Ceuta en el Umbral, que no se publicaría hasta 1977, cerrando así la trilogía «Libros de Retamares». Otras obras suyas son La puerta falsa (Prensa Española, 1969) y El Corpus Christi de Francisco Sánchez (Luis de Caralt, 1971). Además de estos libros existen dos novelas que aún permanecen inéditas. Fue Salvador García de Pruneda hombre de amplia cultura humanística y curiosidad vital incansable, a lo largo de su trayectoria pronunció diversas conferencias y escribió también cuentos, ensayos y artículos que publicó en revistas y periódicos. Los mejores ejemplos pueden encontrarse en la conferencia pronunciada en Tetuán, «Toledo, retablo mayor de la historia de España» y en el «Pregón de la Semana Santa de Ceuta».