Supuestamente el único manuscrito conocido del Conde de Saint Germain, esta obra contiene sin duda claves herméticas y ocultas tras el lenguaje y los numerosos símbolos, figuras y jeroglíficos. Desde el calabozo de una prisión en algún lugar cercano a Nápoles, narra en primera persona los pasos iniciáticos que él mismo tuvo que superar siguiendo la guía de maestros de altas esferas. El relato va dirigido a un interlocutor, un discípulo que se llama Filocato. Mis testigos son los prodigios, mis defensores son mis virtudes: una vida intacta, un corazón puro. ¿Qué digo? ¿Tengo aún derecho a quejarme? He hablado, el Altísimo me ha entregado, sin fuerza y sin poder, el furor del fanatismo avaro. El brazo que antaño pudo derribar a un ejército, apenas puede hoy levantar las cadenas que lo aplastan.