La ciencia ha demostrado que la seguridad del parto normal no depende del uso de tecnologías sofisticadas que someten a la mujer, inhiben el parto y sustituyen su fisiología, sino del respeto de las condiciones que favorecen su progreso espontáneo. Isabel Fernández del Castillo ha estudiado el modelo que siguen otros países más avanzados y propone una revolución del nacimiento. Las mujeres y sus parejas deben despojarse de la ingenuidad, y ejercer el derecho y la responsabilidad de dar a luz en cuerpo y alma, de velar por sus hijos/as, y volver a retomar un poder que es propio.