Con la revolución cuántica comienza una nueva era en la historia de la física, que se abre sobre un mundo de inaudita riqueza. Los físicos, al penetrar en el corazón del átomo, descubren las estructuras finas de la materia y las fuerzas que reinan sobre ella. Electrones, protones, neutrones y quarks marcan las etapas de esta progresión hacia la precisión. Físicos y astrofísicos, como los nuevos Colón de nuestro siglo XX, nos desvelan un universo finito cuya historia comienza a entregar sus secretos. Pero la bomba que cayó sobre Hiroshima en agosto de 1945 era hija también de sus trabajos, que trastornarían la misma historia política de la humanidad otorgando a la física contemporánea -en lo peor y en lo mejor- un dramático alcance. ¿Que oficio será entonces el del físico? ¿Es preciso temer los resultados que proporciona la investigación?