En el clima de excitación en que vive, su vocación de periodista se impone a sus propios convencionalismos y Sofía decide actuar en consecuencia: recorre una y otra vez la ciudad, habla con todo tipo de gente e, incluso, consigue asistir a una sesión de la Duma en calidad de periodista extranjera. Después de la revolución de octubre, su curiosidad le lleva a entrevistar a Trostky, recién nombrado ministro de Asuntos Exteriores, que le parece el más europeo de todos los bolqueviques.