Araquistain fue sobre todo un excelente periodista y publicista. Intelectual autodidacta y con una capacidad notable para los idiomas fue considerado por su actitud universalista, un hombre de mundo, con cierto espíritu aventurero y con un talento fuera de toda duda. Desde las páginas de la revista España, y como director de ella, expuso abiertamente sus opiniones, desafiando la censura, enfrentándose a los grupos de interés, defendiendo posiciones de amigos y enemigos políticos, con una pasión y una entrega insólitas.