El proceso reproductivo tiene una importancia vital en cada una de sus fases: maduración, relaciones sexuales, matrimonio, gestación, parto, lactancia, crianza y educación. Desde la Prehistoria ha sido esencial para el desarrollo de las sociedades y ha constituido el eje vertebrador mediante el cual puede entenderse cualquier otro tipo de relaciones, especialmente las de producción. Paradójicamente, la historia de la reproducción (producción de personas) y cómo esta determinó la organización de la producción (de bienes, normas, ideología…) no han sido temas abordados desde la arqueología prehistórica. Tampoco el papel de la mujer, cuyo carácter protagonista es innegable, ha tenido el reconocimiento y el análisis que requeriría. Este libro busca contribuir a valorar este proceso social básico, que además es susceptible de regulación y control. Sus autores sostienen que este proceso no se limita a lo biológico y, apoyándose en un ilustrativo recorrido fotográfico, transmiten que ha estado regulado por normas sociales que permitían garantizar la continuidad de las sociedades desde la Prehistoria. Esas normas que ordenaban la vida cotidiana se plasmaron en trabajos y materialidades que hoy podemos conocer gracias a la arqueología.