La relación existente entre los hijos/as y sus progenitores constituye el vínculo más estrecho del núcleo familiar. Precisamente a la Familia y la Persona se dedica el Libro Segundo del Código Civil de Cataluña, pionero en muchos aspectos, que se promulga en el epílogo de una legislatura progresista y avanzada, en la que también se dictan leyes tan programáticas, aunque sin visos de continuidad, como la Ley de Derechos y Oportunidades de la Infancia y la Adolescencia, ambas de 2010. En el marco de ambas normas se centra este estudio, que se inicia con la filiación, la considerada por naturaleza, en la que se incluye la maternidad subrogada, y en especial la filiación adoptiva, en el que se abordan sus principales efectos, como el deber de prestar alimentos, que forma parte del contenido esencial de la potestad parental. A esta y otras instituciones tuitivas, y por supuesto a las medidas para la protección de los menores desamparados: el acogimiento. Todo desde el prisma del interés superior del menor, un principio que debe prevalecer en cualquier circunstancia, a pesar de que aún continúa habiendo casos en los que decisiones administrativas y judiciales prescinden de este criterio. Esta obra, además, pretende reconocer a esa infancia más desfavorecida, a todos los hijos/as que han nacido y crecido, sin la oportunidad de tener a su lado padres y madres responsables, que les cuiden y acompañen hasta su plena madurez y autonomía personal. Por último, la autora no quiere prescindir de las instituciones de protección de la persona, tan necesarias en el caso de los menores con discapacidad o dependientes, pero también en el de los progenitores, que por problemas de salud o debido a su avanzada edad, pasan a estar al cuidado y bajo la protección de sus hijos/as, que asumen este rol por una cuestión de responsabilidad, porque la familia es el principal agente cuidador, la base la sociedad: la relación materno y paterno filial.