"La "crisis litúrgica" que siguió al Concilio Vaticano II ha causado un cisma, con excomuniones latae sententiae incluidas. Ha provocado malestar, polémicas, sospechas, acusaciones recíprocas. Ahora bien, podrá parecer extraño pero, en lo que a mí me toca, semejante tempestad no ha disminuido sino que, al contrario, ha aumentado mi confianza en la Iglesia […] La confianza en que llegarían tiempos como los que en este libro describe, con el debido realismo, más con gran esperanza, don Nicola Bux". De la introducción de Vittorio MESSORI. - La reforma de Benedicto XVI cuenta con un prólogo de Cardenal Cañizares y una introducción del famosos periodista italiano Vittorio Messori. - D. Nicola Bux es consultor de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe y de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice. - La reforma de Benedicto XVI ha cosechado un gran éxito en Italia y, según los expertos, es el libro clave para entender los cambios litúrgicos que se están emprendiendo durante el actual Papado. Cuando en julio de 2007 el Motu Propriode Benedicto XVI restableció la celebración de la Misa en latín, desde muchas partes se elevaron resonantes voces de protesta. El temor difundido era –y es– que el papa Ratzinger finalmente se había quitado la máscara, revelándose aquel reaccionario defensor de la tradición que la mayoría lo acusaba de ser ya desde los tiempos en que era Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, o sea, el ex Santo Oficio. A estas objeciones, Benedicto XVI replicó mostrando cómo el retomar el rito latino no es un “paso atrás”, un retorno a los tiempos precedentes al Concilio Vaticano II, sino un mirar adelante, retomando de la tradición pasada lo más bello y significativo que ella puede ofrecer a la vida presente de la Iglesia. Lo que el papa Ratzinger quiere hacer en su paciente obra de reforma es renovar la vida del cristiano –los gestos, las palabras, el tiempo de lo cotidiano– restaurando en la liturgia un sabio equilibro entre innovación y tradición. Haciendo con esto emerger la imagen de una Iglesia siempre en camino, capaz de reflexionar sobre sí misma y de valorar los tesoros de los que es rico su cofre milenario.