El monográfico que presentamos centra su análisis en los cuidados, concretamente en los cuidados de larga duración, aquellos que suelen ser precisos para las personas que viven situaciones de dependencia funcional. El reciente trabajo de Rosalía Mota y Fernando Fantova, sobre ?Relaciones familiares y comunitarias como parte del capital social?(4), nos pone sobre la pista de la importancia que tiene la combinación de los cuidados formalizados con aquellos que se producen ?en el seno de las relaciones familiares, o en todo caso de relaciones no mercantilizadas, profesionalizadas o formalizadas?. La tesis compartida con ambos autores es que en los cuidados, las personas necesitamos dimensiones del mismo que solo pueden ser fruto de las relaciones primarias (familiares o comunitarias), junto a otras que solo pueden satisfacerse en el marco de las relaciones formalizadas. Y que ambos cuidados no se neutralizan mutuamente, sino que multiplican la capacidad del uno sobre el otro y su acción simultánea permite un mejor apoyo y satisfacción de las necesidades de las personas dependientes. La participación del sector público en el ámbito de los cuidados, es por tanto la respuesta del estado de bienestar, al abordaje del riesgo social de la dependencia, un riesgo ?nuevo? y creciente en la sociedad española. Un riesgo social que podría estar afectando a más de 1,2 millones de personas en España y cuya protección social se ha organizado desde hace 8 años, a través del Sistema para la autonomía y la atención a la dependencia (SAAD) creado en el año 2006, por la Ley de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia (LAPAD). La revisión de la protección social de la dependencia en España y algunas propuestas orientadas a la mejora futura de ésta, configuran el eje vertebrador de este monográfico.