La política de los autores, expresión abundantemente utilizada incluso en nuestros días en el campo del cine, se ha convertido en un concepto trillado por culpa de un uso cada vez más restrictivo: la reivindicación de un supuesto estatuto de artista que se debe otorgar al cineasta en el mismo grado que a un pintor o a un escritor. Las entrevistas contenidas en este libro, realizadas por los críticos de la revista Cahiers du cinéma en los años cincuenta y sesenta, ponen en duda la importancia histórica del concepto de política. Para los Cahiers de la época, se trataba más bien de elegir a un autor y no a otros, juzgados menos importantes desde el punto de vista de su estética, de su singularidad o del carácter realmente innovador de su obra. Así, algunos de los directores que entonces se encumbraron se muestran aquí al desnudo, a veces incluso contradiciendo las virtudes que sus entrevistadores pretenden atribuirles. Desde los franceses Jean Renoir y Robert Bresson, dos de los pocos que aquellos jóvenes críticos rescataron de su herencia cultural, al español Luis Buñuel o el alemán Fritz Lang, a los que convirtieron en la quintaesencia del autor capaz de superar todas las dificultades para expresar su mundo interior, pasando por Alfred Hitchcock y Howard Hawks, los más despreciados por la crítica tradicional a causa de su aparente adscripción a un cine de género y de entretenimiento, el lector encontrará en estas conversaciones los cimientos de una visión del cine que aún hoy en día desempeña un papel fundamental, para cualquier aficionado, a la hora de ver una película.