Descartes, Cervantes y Le Brun significan, respectivamente, la instauración de un mundo que va abandonando el terreno de la magia para ingresar en el del pensamiento científico; que abandona el poético mundo de las novelas de caballerías para acceder a la sensatez de una realidad escrita en prosa; que abandona, en fin, la representación pictórica basada en la fisiología mágica o en las señales 'naturales' de la física de los humores para dar paso a una representación 'científica' de las pasiones humanas.