El 6 de agosto de 1594, el rey Felipe II mandó proveer una merced de hábito de la orden de Santiago para el maestre de campo don Fernando de Añasco y de Ribera —un heroico militar distinguido en las campañas de Flandes, África e Italia— como premio a sus servicios. Añasco ostentaba entonces la plaza de teniente de alguacil mayor por el marqués de Tarifa en el cabildo municipal sevillano, habiéndose creado poderosos enemigos que procuraron, por todos los medios, estorbar la definitiva concesión de su hábito. Este trabajo trata de explicar qué ocurrió durante la instrucción de las probanzas de la merced concedida al maestre de campo, profundizando en su biografía y en su entorno familiar, en las perniciosas tácticas de los primeros linajudos sevillanos y en los conflictos que provocó en la ciudad el enfrentamiento entre las dos importantes facciones o grupos de poder que controlaban su Ayuntamiento en los últimos años del siglo XVI: uno, afín a los duques de Alcalá; otro, vinculado estrechamente a los marqueses de la Algaba. Esta pugna tendría su reflejo en la Corte, entre el valido Lerma (firme apoyo del beneficiario de la merced) y el Consejo de Órdenes. Finalmente, esta obra nos remite a los serios conflictos sociales que provocó, en la sociedad sevillana a caballo entre los siglos XV y XVI, la implantación del tribunal del Santo Oficio en septiembre de 1480, y la irrenunciable exigencia social de una preceptiva —aunque en frecuentes ocasiones inalcanzables— limpieza de sangre.