Lo que el gol de la mano de Dios de Maradona es para los aficionados al fútbol, la partida inmortal lo es para los fanáticos del ajedrez: una de esas cumbres que se alcanzan con una combinación nunca vista de genialidad, descaro, destreza y aprovechamiento del contrario. Siguiendo el hilo de esa partida irrepetible, que se jugó hace más de 150 años en Londres, Shenk trama la apasionante historia de un juego que provocó el divorcio de Marcel Duchamp, que entretuvo a Napoleón en su destierro o que se convirtió en todo un emblema de la Guerra Fría (¿quién no recuerda a Karpov y Kasparov humillando a los campeones norteamericanos?). El autor advierte además de que el ajedrez puede alterar la estructura cerebral, y el lector se dará cuenta de que también causa problemas de sueño: los que producen los libros que uno no puede dejar de leer.