Hay niñas escrupulosas que no prueban bocado y niñas comilonas como Camila que todo lo devoran. Hasta las recetas. Su madre, para contener el apetito de su hija, la puso a régimen, así que Camila, pensando en los espaguetis, empezó a comer hilos, cordones, ovillos... Y hasta las letras de los libros.