Sabemos que Charlotte Lennox fue en su día una escritora muy conocida en el Londres de la segunda mitad del siglo XVIII. Si nació en Gibraltar o en las colonias de América del Norte, hecho que confirmaría a Lennox como la primera novelista americana, sigue siendo un misterio. Muchos otros misterios rodean la vida de esta mujer que se codeó con los más ilustres intelectuales londinenses de su tiempo, que gozó de su apoyo y estima, y que murió en Inglaterra en una situación de precariedad absoluta en 1804. Sus imperiosas necesidades económicas llevaron a la autora a un nivel de enorme productividad: escribió novelas, obras de teatro, traducciones, y trabajó en una polémica edición crítica de las obras de Shakespeare que pretendía ser el primer estudio de fuentes del famoso dramaturgo. Su obra gira en torno al tema de la mujer, preocupada por el papel de esta en la sociedad y de su educación. «La mujer Quijote» remite en su título a la más famosa novela de Cervantes. Y Arabella, su protagonista, tiene desde luego mucho que ver con Don Quijote: la inmoderada lectura de romances heroicos franceses hace que su razón se vea capturada por las hazañas de príncipes y princesas, que ella espera hallar reflejadas en su propia vida. Sus aventuras, más imaginarias que reales, son el hilo conductor de la novela, y aportan el tono de humor de la obra. Pero la burla no es cruel ni despiadada, y la joven aparece siempre retratada bajo una luz favorecedora como defensora de valores eternos frente a una sociedad hipócrita, pretenciosa y artificial, en un mundo basado en las apariencias.